miércoles, 22 de agosto de 2012

MEZCLA RARA...

Hola, hola... y gracias otra vez a los que me escriben enviándome esos momentos de alegría, para mí, impagables... porque los que no lo hacen dejan bastante que desear como personas... a algunos que yo conozco y sé que leen estas mismas palabras se les podría catalogar, ya, de auténticos hijos de puta por no escribirme y acariciarme, pero en fin, vamos a mantener las formas, que yo sigo queriendo a todo el mundo, eh?
Hoy he decidido escribir porque tenía tiempo y porque me gusta, me he dado cuenta, escribir estas tontadas. No tenía pensado contar nada hasta llegar a Los Angeles, pero se ha hecho de noche, acabo de salir de San Francisco y todos los McDonalds de USA tienen WIFI gratis y velocísimo.
Bueno, voy a contaros...
Después de Las Vegas, cruzé el Death Valley, el valle de la Muerte, uno de los sitios más secosy calurosos del mundo, sino el que más. Si salir a la luz del sol en Las Vegas era una temeridad, bajarse del coche en este desierto era casi suicidio. Al respirar, lo juro, la garganta sudaba... por dentro. Esta es la perspectiva general de este valle....





Es majo, eh? Pues el que quiera verlo, que venga y que aguante el calorcico...
Seguimos...
Después visité el parque nacional Grand Sequoia, que como el mismo nombre indica, alberga estos árboles inmensos, los más grandes, los más altos, los más gordos de la tierra. Este es uno de los normales, está al lado de una cabaña y también aparecen personas, así que se puede apreciar el tamaño...


Pasear por estos bosques fue bastante curioso... como crítico de árboles diría que son obras perfectamente acabadas que generan en el público una ligera pero intensa sensación de incredulidad. Además, son tan grandes que cuando mueren y caen derrotados, tardan años y años en descomponerse, así que el paseo recuerda también a un gran cementerio. Muy bello.

Y después llegó Yosemite. A este parque nacional le tenía muchas ganas, tiene mucho nombre. Pero claro, tanta expectativa no es buena. Lo primero es que el centro del parque, el cañón que se visita, estaba plagado de gente que había tomado el río que lo atraviesa, el Merced, como si fuera la playa de Lloret, con flotadores de patitos y las salchichas en la barbacoa humeando en la orilla. No entendí qué coño hacían allí todas esas familias supernumerosas hasta que no llegué a la costa, pero ya os contaré, ya...

Lo bueno es que estas familias, dado su elevado número de componentes y sus variadas edades, son incapaces de organizar una excursión hacia arriba, es lógico. Así que cuando ya te elevas unos metros, el paisaje y el paisanaje cambian completamente. Allí arriba no hay familias, la gloria de la cima está solo reservada para los pequeños....


Este era Vernoon, del mismo pueblo que el Bicho, de Newcastle. Era un autoempleado que trabajaba cuando le daba la gana y junto a su novia noruega (la que hizo la foto) habían hecho del viaje una forma de vida. Ya conocían África y Asia. Ahora mismo el plan era llegar también hasta la Patagonia, pero primero subían a Canadá, que los pobrecicos no lo habían visto. Él era gente majísima, de ese tipo de personas cuya primera e instintiva reacción al verte es una acogedora y limpia sonrisa. Ella, la pobre, tenía algún que otro problemilla con el pasado.
Y lo  que decía es eso, que una vez arriba, el paisaje es impresionante. Todo el parque es una inmensa mole de piedra salpicada por bosques, lagos y cascadas...

 Hice un par de caminatas y conocí a un tipo bastante interesante que vivía en Whitehorse, en el Yukón canadiense, por donde yo había pasado hace un mes y medio. Richard, que así se llama el canadiense, estaba con el síndrome post-ruptura típico de cuando te deja tu mujer... y el mozo decía que estaba triste, decía...
Y después me fui, ya, hacia la costa, camino de San Francisco. Antes pasé 2 días en el norte del Big Sur, una parte de la costa californiana que hay entre San Francisco y Los Angeles. Es increíble su belleza, los acantilados, las playas vírgenes... es increíble lo fría que está el agua, es increíble la niebla que cubre esta zona, es increíble el frío que hacía... entendí porque todas las familias se habían mudado a Yosemite para bañarse.




Una foto está a 5 kilómetros de la otra, y así contínuamente, el paisaje cambiando y cambiando...
Y llegué a San Francisco. Qué decir...
Dicen que es la ciudad más europea de todo USA. He estado 3 días y la verdad es que hasta ahora jamás había visto nada comparable. La cuestión es que el paisaje humano se impone al arquitectónico. Y me explico. En USA, el tema de la ingente cantidad de gente viviendo en las calles es algo, parece ser, normalizado y asimilado por esta sociedad. Pero claro, un breve paseo por las calles de san Francisco te obliga a replantearte el tema de lo que resulta lógico proporcionalmente hablando. Aquí, los pobres, los drogadictos, los que son las dos cosas y los que han decidido hacerse jipis, son una auténtica marabunta. Tanto, que colapsan cualquier otra mirada a esta ciudad.
Cinthya, una de las chicas que trabajaba en la recepción del hostel, me dijo, hablando en plata, que lo peligroso no era esto. Al fin y al cabo, estamos en el centro de la ciudad y el gobierno proporciona una serie de casas de acogida en la que se les ofrece un caldo y una cama caliente que suelen rechazar porque ésta va acompañada de una serie de disciplinas que no están dispuestos a acatar. Pero donde ella vive, en los suburbios más allá del Golden Gate, el famoso puente...

.... detrás de esa permanente niebla, los parques sirven para ajustar cuentas. En estos barrios los chavales se matan de verdad intentando llegar a ser el nuevo Al Capone. En esos barrios no se sale de noche. Cinthya me dice que la sociedad americana siempre ha glorificado las drogas; y de aquellos polvos estos lodos. También me cuenta que una de las excursiones obligadas en los colegios es llevar a los niños a visitar una de estas casas en las que se marchitan estos despojos humanos. es una terapia de shock para que vean desde bien jovencicos lo que les espera si se equivocan de camino.
Y sí, una vez que ya te has quitado el miedo y ves como normal tener ese ejército de zombies danzando a tu alrededor, puedes ponerte a echar fotos porque la ciudad lo merece. La verdad es que parece un pueblo inmenso, ya que la gran parte de su superfície está ocupada por casas de madera preciosas, envejecidas, coloridas, de todas las clases...






Recordad que esta es la ciudad de las cuestas, de los tranvías, de la niebla y de Alcatraz. En esta foto salen los cuatro.

Y bueno, también he conocido a gente muy maja en el hostel, gente de conversación... suizos que acaban su carrera de ingenieros en Cincinnati y quieren descubrir, franceses del ejèrcito del aire que trabajan en tierra y les cuesta moverse, italianos que, después de una vida en Canadá, vuelven a casa gracias al poder de la familia... y un señor anciano de Seattle que estaba buscando piso en San Francisco para morir en un sitio menos lluvioso... un señor que sabía latín.

Y ahora mismo me esperan 600 kilómetros de costa que haré en 3 días recorriendo ese magnífico Big Sur.
Y ya mismo entro en ese otro mundo un poco más de verdad, en ese otro mundo al que ya tengo ganas de ponerle los ojos encima. El 7 de Septiembre llega mi amigo Guillem. Hemos quedado en Tijuana. A ver qué tal.
Un beso muy gordo para todos.
Escribirme, cabrones.

sábado, 11 de agosto de 2012

UNA DE PARQUES... Y UN POCO DE SIN CITY.

Holaaa otra vez, de nuevo y de bien.... cómo están ustedes? Ya estoy en Las Vegas, ayer noche tuve mi bautizo en la ciudad del pecado, como por aquí la llaman los bienpensantes. Pero primero voy a hablaros de esta semanita en la que he visitado varios parques nacionales impactantes, así deberían llamarse. Comenzaré por el Gran Cañón del Colorado.


Poco o nada especial esperaba de este lugar tan archiconocido, pero cuando encaminas tus pasos hacia esa inmensa brecha que se abre en medio de la tierra y poco a poco te vas acercando y comienzas a ver las retorcidas y gigantes grietas, los barrancos profundos que se abren a tus pies, los colores verdes y naranjas de las rocas que se extienden en todas direcciones, entonces, en esos primeros minutos, sucede que te quedas bloqueado, solamente eres capaz de admirar y comenzar a asimilar, lentamente, que estás ante uno de esos grandes lugares del mundo. Este paisaje se extiende frente a tí a derecha y a izquierda sin que veas el fin.






Y una vez que has superado esos primeros minutos, pues ya después empiezas a alucinar constantemente, porque, una vez más, compruebo que en esto de los parques nacionales los americanos saben cómo organizarse. Puedes utilizar una red de autobuses gratuitos que recorren el borde del gran cañón en toda su longitud, parándote donde te da la gana y recorriendo el camino que transita justo al lado del precipicio durante 40 kilómetros, si lo deseas. Y si no, que es lo que yo hice, coges valientemente un camino de esos que se despeña hacia el fondo verticalmente y después, con dos cojones y a 40 º, tiras otra vez para arriba.




Y así, cuando comienzas a andar, llega la magia. Poco a poco, paso a paso, empiezas a sentir en tu interior algo extraño y nuevo, como una fuerza sobrenatural que tira de tí hacia abajo, obligándote a seguir caminando, engañándote con todas las maravillas que te ofrece el camino, conduciéndote ilógicamente hacia el fondo, donde fluye el río rojo y fuerte. Y si has llegado allí engañado por no sabes bien qué o quién, te esperan 14 horas de subida a una temperatura que  hasta los lagartos se quedan en casa. Y de esta manera, al experimentarlo en mi propio cuerpo, comprendí porqué cada año en verano hay un par de tipos que se mueren ahí abajo, abducidos, seducidos.

Cuando ya me iba del parque, me detuve cuatro veces con el coche para echar esa última ojeada al gran vacío. Y, sabiendo con certeza que se trataba ya de la última mirada, me despedí de él con una mezcla de sentimientos. Por un lado, la melancolía, al ser consciente de que no volvería a verlo jamás en mi vida; Y por otro, la alegría de saber que había sido capaz de escapar a su embrujo. Hasta ahora, nunca había tenido esta necesidad de despedirme de un paisaje, de un trozo de tierra. Aunque creo que esto es algo más. Este inmenso hueco me generó un sentimiento de grandeza y agradecimiento solo comparable hasta el momento a lo que he  experimentado en otros dos lugares.
Así que me fuí, meditando acerca de lo lejos que está todo... y la inspiración me vino a ver y creo que encontré una explicación ordenada a la fascinación que genera este paisaje en el ser humano, inspiración que reservo para el pequeño libro que estoy escribiendo de este viaje americano.

Y después vino Zion. Con ese nombre tan evocador, no podía dejar de visitarlo. Es un parque nacional de los pequeños, pero yo sabía, o intuía (porque hay mucha gente que intuye que te cagas) que era grande. El paisaje general viene a ser este...





...montañas de piedra roja que alojan en su falda un pequeño bosque que se agarra a la piedra y que da cobijo a toda clase de lagartos, ardillas y todas las familias de todos los animales que son o se parecen a los ciervos, con o sin cuernos... y esto lo sé por que me harté de verlos por allí abajo... pero claro, si suben hacia la montaña, por lo visto hay unos cuantos pumas esperando...
Y este río, el río Virgin, lento y marrón, pero límpio como el aire, baja arañando toda esta montaña desde hace milenios y conforma una de esas maravillas escondidas en lo profundo...




Es bonito, eh? Pues nada, que este parque también ha salido muy bueno en general.
Y después vino Bryce Canyon, otro parque nacional cuyo paisaje viene a ser este....

...otro paisaje de esos que te dejan sin aliento y que también ha sido construido por la señora erosión. Creo que a la erosión habría que hacerle un monumento porque sin esta señora no existirían muchas cosas... además de que nada cambiaría... y también que esta fuerza arrolladora sea femenina tiene algo de razonable, de lógico.... todo lo femenino, al final, crea, aunque sea destruyendo... y bueno, que si este es el paisaje desde arriba, cuando bajas hacia abajo, otra vez entras en el país de las maravillas....

Y así, caminando entre estos muros rojos, te sientes rápidamente Indiana Holmes... hasta que comienzas a oir los cientos de gritos de 3 autobuses de italianos que, cómo no, para caminar por estos senderos de tierra van vestidos como si fueran a una boda. Hablé con unos pocos, pero no les pude ver los ojos a ninguno.

Y después de este parque, me fui a Monument Valley, el famoso valle donde han sido rodadas varias de las obras maestras del cine americano, entre ellas, varias dirigidas por John Ford. Incluso dentro del valle hay un lugar que se llama John Ford´s point view, es decir, su balcón preferido para rodar en estos desérticos paisajes.

Y esta ha sido otra de las experiencias de este semana, atravesar este inmenso desierto de Arizona que contiene algunos parajes de extrema belleza, de extrema soledad, de extrema dureza, una auténtica delicia....


Comentaré brevemente que de nuevo he vuelto a ver a los nativos. Y es desolador ver cómo están actualmente viviendo los indios que poblaron originalmente estas tierras antes de que el 7º de caballería los casi exterminara. Su presencia es bastante notable en estas tierras. Pero es una presencia que genera banstante tristeza. Viven en reservas, en medio de unas tierras baldías y agresivas, sin muchos más medios para la subsistencia que intentar vender los cuatro abalorios que publicitan como arte navajo acompañado de cierto misticismo de segunda mano.

Y finalmente, dejé el coche alquilado, cogí un bus y he llegado a Las Vegas. Este es mi super hostel, super kistch, super barato (¡12 euros la noche!), super de todo...






Tras una primera toma de contacto e intentando liberarme de todos los prejuicios que acompañan a esta ciudad, en primera instancia Las Vegas produce una apabullante admiración. Penetrar por primera vez en esos coloridos y lujosos terrenos que son los casinos sorprende agradablemente a cualquiera. Pero tras esas primeras horas iniciales de shock, el análisis de este artefacto deviene inevitable, es necesario darle una explicación a algo que resulta ilógico. Las Vegas está en medio de un inmenso desierto que la rodea y la aísla completamente, dejándola en pleno verano a merced de unas temperaturas que la hacen invivible en las horas diurnas. Hoy, ahora cuando escribo, son 46 grados a la sombra los que cuecen el ambiente. Aquí, en verano, la ciudad comienza a despertar al anochecer. Y tras este análisis geográfico, confirmo una vez más la inmensa capacidad del ser humano para crear, para parir una ciudad en medio de la nada a la vez que origina artificialmente las necesidades que requiere para ser habitada. Las Vegas no esconde su vocación: la de obligar amablemente al visitante a gastar dinero continuamente. Y lo consigue a base de no ofrecer otra alternativa posible. Los impresionantes hoteles+casino son la base de un sistema que se retroalimenta y cuya combinación conforma el único camino posible hacia el éxito. Este es el Bellagio, el famoso casino que ofrece cada noche en sus fuentes un espectáculo de agua, luz y música que algunos recordaréis porque Brad Pitt lo miraba embobado en el final de la película esa llamada Ocean´s eleven, o 12, o 14, no sé bien...


 Y dentro de estos muros habita la auténtica lujuria cuyo principal reclamo es este...

 
El lujo que envuelve a todas estas máquinas, mesas de póker y un sin fin de juegos extraños que desconozco y que solo había visto en el cine, este lujo, puedo asegurarlo, es embriagador....














Además, si uno desea salir de estas esperpénticas y suntuosas burbujas, lo único que queda por descubrir son tiendas y restaurantes. Así que todo se confabula para que el despilfarro triunfe. Y todo está sabiamente urdido. Y si por si acaso a uno se le ocurre alejarse unos cuantos metros de The Strip, la famosa calle del vicio, hacia las calles aledañas, enseguida siente la atmósfera desasosegante del desierto que acecha, de los terrenos polvorientos y vacíos recorridos por despojos a la deriva arrastrados por el viento, por el fuerte aliento de lo feo. Así que de inmediato le entran ganas a uno de volver al mundo brillante y bonito de los casinos. Y allí dentro, vuelvo a repetir, todo está perfectamente organizado para arruinarte. Lo primero es que te hacen sentir cómodo. A parte de la suntuosa decoración, en los casinos es el único lugar público de EEUU en los que se puede fumar. Segunda cosa, y no menos importante, es que por el solo hecho de jugar, todas las consumiciones son gratuitas. Mejor dicho, pagas la voluntad. Y ya sabemos que la voluntad tiene sus altos y sus bajos. Tercero, las camareras. Casi siempre despampanantes y si no, intentándolo, merodean a tu alrededor ofreciéndote con una sonrisa otra cervecita, otro combinado. Y la bebida gratis, ellos lo saben, alarga las horas de exposición frente a la máquina tragaperras o frente a la mesa de póker, o la de black jack o la de los dados o la de... hasta que al final, sí o sí, lo pierdes todo. Y así, el jefe de todo este engaño tan bien presentado sigue engordando mientras el ejército de ilusos sigue llenando este desierto noche tras noche impulsado por el gran motor humano: la avaricia.

Eso sí, el público que acude a la llamada de la selva poco tiene que ver con el lujo. Es quizá el único sitio del mundo en el que lo normal es entrar al Ritz vestido y bebido como si fuera San Fermín.

Y así, con esta inmensa clientela, el triunfo está asegurado. Creo que la gente viene aquí seducida por el espejismo de vivir en la ostentación al menos por unos días, persiguiendo, siempre, ese sueño imposible de la transformación....





Y ya está, este es el final. Mañana cojo de nuevo un coche porque es el modo más barato de viajar. Cada día sale por unos 20 euros y la gasolina está a mitad de precio que en España... así que eso, mañana me voy al Death Valley, el desierto del Mojave, el Grand Sequoia National Park y Yosemite.... al que le tengo bastantes ganas...
Y después estaré en San Francisco 2 o 3 días, así que supongo que será desde allí cuando vuelva a escribir...supongo.
Ahora, a estas alturas del viaje, es cuando empiezo a darme cuenta un poco... de todo.
Muchos besos, lindos y lindas.