martes, 31 de julio de 2012

YELLOWSTONE... DE LLORAR!!!

Holaaaaaaaaa a todos, again! Gracias de tot cor por las palabras maravillosas que hemos recibido a raíz del premio del festival de Elche. Es un placer tener amigos... asín.
Ya he vuelto del parque y, entre la conmoción del premio y la conmoción de haber visto esto, la verdad es que no gano para conmociones. Lo de Yellowstone, quizá por lo inesperado (bendita ignorancia), ha sido importante. Fuertemente importante, como decía un tipo que conocí en Jasper. Este es un vídeo presentado por Gustón (gracias, amante).

 
No tenía ni idea de lo que me iba a encontrar, había imaginado siempre que Yellowstone era una serie de bosques, montañas y lagos abarrotados de osos de todos los colores. Sin embargo, solo he visto un oso negro y muy de lejos. A cambio, este parque ofrece paisajes variados, contradictorios e inimaginables. Puedes pasar en un santiamén de lugares como este....

... a estar caminando por otro planeta tipo así...



... o encontrarte en una especie de playa tropical sin nada que ver con Cuba.




 


El hecho de que todo el parque sea un inmenso volcán ha fabricado a lo largo del tiempo algunas escenas que no creía que existieran.







Además de estas maravillas de bañeras, de todos los tamaños y colores, el horizonte de esta tierra está recortado por miles de chimeneas de humo que aparecen por cualquier lugar y géisers de todos los tamaños que vomitan agua hirviendo. En conjunto, la sensación que transmite este paisaje es la de hacerte viajar hacia un lugar perdido en el tiempo. No voy a dar más la brasa con las fotitos, pero creo que si queréis ver cosas de estas curiosas, echar un vistazo a las fotos que he colgado. No tienen ningún mérito, porque las mismas fotos las estaban haciendo 24.500 chinos, pero creo que realmente os sorprenderán. Por último, un vídeo cortito de otro alucine....


Espero que os haya sorprendido. Una de las mejores cosas de este parque es que todas estas maravillas las puedes visitar en silla de ruedas. Como está situado sobre un volcán y el suelo, literalmente, arde, han realizado un increíble trabajo y hay decenas de kilómetros de pasarelas que recorren estos paisajes y evitan que los visitantes se queden sin piernas. Así, gracias al volcán, también los visitantes en sillas de ruedas pueden sentir el placer de ver.
En cuanto a animales, pues un poco de todo y mucho de bisontes. A estos bichos se les puede ver bastante cerca; algo más alejados se ven ciervos, alces y demás animales con cuatro patas y un buen par de cuernos; más alejados todavía, de vez en cuando, osos; más lejos aún, lobos comiendo ciervos y algún coyote; y más lejos, ya no se ve.
Que la naturaleza es sabia, ya lo sabíamos, pero en este vídeo que sigue se demuestra cómo el macho tiende hacia el esparcimiento y el regocijo de una forma natural, mientras que la hembra, a pesar de cargar con las heridas que provoca el paso del tiempo, siempre está por la labor de seguir hacia delante. Y también vemos cómo el hijo, de una manera inteligentemente innata, prefiere seguir el camino de la madre.


Creo que queda claro que no es nuestra culpa, que son los genes...
También me pegué un baño increíble en un río de agua caliente. Tal cual. Un manantial de agua ardiendo se volcaba directamente sobre un río y este era el resultado..





Otra de las cosas sorprendentes es la calidad de los servicios que ofrece el parque. Me refiero a la organización, al increíble estado de conservación y a la sorprendente limpieza que reina por todos lados a pesar de ser visitado cada año por cientos de miles de personas. Un ejemplo son los cámpings. He estado durmiendo en el interior del parque 3 noches en diferentes cámpings y, aunque en Canadá ya lo había visto, el sistema de pago es curioso. En la mayoría de los cámpings llegas, eliges el sitio que te gusta y dejas el dinero dentro de una especie de poste con una ranura que hay en la entrada. Todo voluntariamente. Sin vigilantes. Me pregunto qué sucedería en Laspaña si éste fuera el funcionamiento. Creo que por estos lares la gente sí que hace las cosas que realmente hay que hacer.
Bueno, como algunos me han pedido que cuente cosas que me suceden, algo más personal, pues os contaré que ayer noche, después de estar 3 días asalvajao dentro del volcán, fui a cenar a un restaurante chino muy bueno y muy barato que hay en West Yellowstone, el pueblo. El restaurante estaba a reventar. Y, maravillas de viajar solo, me sentaron en la misma mesa con un matrimonio de chinos. Yo intenté entablar conversación educadamente, pero los chinos no tenían ni puta idea de hablar inglés. Así que me comí la ternera con vegetales a un par de palmos de sus inmensas caras redondas absorbiendo ruidosamente dos pozales de fideos. Creo que ya llevaban bastante tiempo casados, porque durante los 45 minutos que duró la cena no se dirigieron la palabra.
Y otra cosa menos chistosa es la que me pasó la noche anterior a mi llegada a Yellowstone. El autobús me dejó en la puerta de un pedazo de hotel a las 2 de la mañana en Rexburg, a 150 km de Yellowstone, y allí tenía que esperar hasta las 6 para coger el que me llevaba al parque. En el hall del hotel una chica me dijo muy amablemente que podía esperar sentado en unos sillones propios de la casa real y que "aquella señora también estaba esperando a un bus". "Aquella señora" era una mujer mexicana que esperaba en uno de esos sillones parapetada tras cuatro grandes bolsas. Hablamos un poco y enseguida me preguntó:

-¿Que está usted, buscando trabajo?
-No, estoy viajando..
-Ahh, viajando... 
Agachó un momento la mirada y sonrió tristemente, para sí misma... después volvió a mirarme.
-¿Y tiene una cámara y hace fotos y todo eso...?
-Sí...
-Ayyy... viajando...
-¿Y usted?
-No, yo estoy buscando trabajo, me han dicho que en Boise hay bastante... pero el autobús se ha ido... bueno, iba a agarrar uno para Salt Lake city, pero al final he cambiado de idea y ya he perdido también el bus... y no sé... ayyy, unos viajando y otros...
Supe, porque me lo explicó, que el padre de su niña de 7 años se la había quitado. El padre era americano y estaba bien situado, ella era mexicana y tras 20 años limpiando en EEUU seguía sin papeles legales, así que no había mucho que hacer. Y por eso no regresaba a México.
-Si no fuera por mi niña... si me vuelvo ya no la veré más... lo siento así... es seguro que no la veré... (para ella misma, convenciéndose) no, no me vuelvo...  
Se perdía, de cuando en cuando, en una media sonrisa llena de melancolía...
-A mí me hubiera gustado estudiar turismo, pero en casa no había dinero y no pude.
-O sea que le gustaría viajar...
-Sí, pero no he viajado... solo he trabajado... pero me hubiera gustado estudiar turismo... no estudiar crea frustraciones, ¿no cree usted?
Yo callé.
-Sí... yo creo que si se estudia es otra cosa...
Y vi cómo se perdía de nuevo, hacia adentro.
Aquella mujer me transmitió una sensación de profundo desamparo y una profunda perplejidad ante la vida. Aquella mujer, con todo su mundo metido en cuatro abultadas bolsas de chillones colores, estaba intentando decidir en una fría madrugada hacia dónde dirigía su vida. No tenía nada y, lo que es peor, no tenía a nadie. El hecho de encontrarse conmigo creo que la hizo reflexionar acerca de las grandes diferencias entre nosotros. Y a mí también. Me hizo darme cuenta, una vez más, de la suerte que tenemos de haber nacido ricos, de no andar por el mundo buscando el pan nuestro de cada día. 
Cuando llegó mi autobús y me despedí de ella, le deseé, de todo corazón, mucha suerte. Ella apretó mi mano entre las suyas y me dio las gracias. Aún no sé por qué. Y allí se quedó, varada, a la espera de una nueva corriente que la arrancara de aquel hotel. Y yo me monté en mi bus para ir a hacer fotos a Yellowstone y después contarlo aquí.
Y ese es el mundo. Los dos mundos, mejor dicho.






Bueno, después de este día de esparcimiento en West Yellowstone, mañana me voy ya hacia el sur. El plan es llegar a St. George, vía Salt Lake City, desde donde visitar dos  parques nacionales: el Zion y el cañón Bryce. Después el cañón del Colorado y Las Vegas. Así que ya veremos cuándo escribo la siguiente carta.
Un beso enorme a todos.


viernes, 27 de julio de 2012

DESDE ELCHE CON AMOR

Bieeeeeeeeeennnnnnnnnnn!!!!!!!!!!
¡Hemos ganado en Elche! El corto ELHIJO 10, obra parida por mi amigo del alma Oscar Lorca y yo mismo, ha sido galardonada con el premio al Mejor Corto de Ficción en el Festival de Cine Independiente de Elche.
Me acabo de enterar y ya he podido ver el discurso filoanarquista que ha lanzado Oscar al recibir el premio. Olé sus cojones!!!
Como podéis imaginar estoy más que feliz, lo siguiente... esto nos va a ayudar mucho muchismo....
Ojalá pudiera volar un poco rápido para presentarme allí unos días y disfrutar del premio.
Acabo de llegar a Yellowstone tras haber viajado durante 3 días desde Seattle hasta aquí. Mañana empiezo la visita, he alquilado un coche por 3 días y además de Yellowstone, visitaré el Grand Teton National Park.
Ya os contaré cómo ha ido. Hoy, para celebrar nuestro premio, voy a cenar bisonte, que por estas tierras es tan común como las perdices en la carretera que va desde Luna a Ejea de los Caballeros... o como  las palomas en la plaza Cataluña...

Un besazo enorme a todos vosotros de un tipo extrañamente feliz....

domingo, 22 de julio de 2012

ICEFIELD PARKWAY... BRUTAL


Hola, hola, hola... aquí estoy de nuevo. Antes de nada, agradecer de nuevo a los que me escriben, es un placer leeros y saber que estáis ahí. Ya me voy enterando de que España está muy mala, que fácilmente puede desaparecer del mapa, pero prefiero guardarme los rezos y los lloros para cuando vuelva. Ahora mismo acabo de pasar una semana rodeado de unos paisajes que serán difíciles de olvidar y, por lo tanto, poco me he acordado de la catástrofe. El recorrido se ha centrado en la Icefield Parkway, una carretera que conecta el parque nacional de Jasper con el de Banff, y que es algo tremendamente espectacular. Es como si se construyera una carretera por las cimas de los Alpes en la que el poder contemplar los picos y los glaciares no supusiera más trabajo que conducir, parar, mirar y seguir conduciendo. Así de fácil. Esta Icefield Parkway cruza unos 300 km de auténtica maravilla. Te puedes detener en cualquier sitio, ya que hay infinidad de trekkings que en unas 2 horas te acercan a sitios como este (presentado)...


La carretera desfila encajonada entre las escarpadas cimas de las Rocosas, perfiladas con angulos imposibles y decenas de impresionantes glaciares que las coronan. Cuando la piedra deja paso a la tierra, crecen esos frondosos bosques de abetos atravesados por gigantes ríos.Y, entre todo esto, cienes y cienes de lagos color turquesa en los que se reflejan las crestas de piedra que los rodean. En fin, un ascazo. Así que es fácil dejarte abrazar por todo esto... 

 

Este glaciar, el Saskatchewan, está justo al lado del Columbia Icefield, otro glaciar gigante que llega hasta la misma carretera. La primera visión es realmente increíble. En fin, no me voy a enrrollar demasiado, pero estos días mi realidad ha estado rodeada constantemente de paisajes así...


... y no es un montaje. Además he experimentado el placer de enfrentarme a un animal salvaje y casi salir victorioso. En una de mis caminatas tuve un feliz encuentro con un puercoespín, uno de tantos animales que jamás había visto en persona. Es curiosa la felicidad que genera encontrarte a solas con algo así para tí solo, sin más gente que le hiciera fotos. La cosa iba bien hasta que por detrás, a traición, acudieron un par de amigos suyos a rescatarlo y tuve que escapar.



Y bueno, que aparte de todo esto, pues he ido conociendo a gente de todos los pelajes. En el Moraine Lake, cerca del Lake Louise, hice una caminata memorable con un grupo muy heterodoxo. Tuve que comprar, como todos los turistas, un spray de pimienta para defenderte en el hipotético caso de que un oso decidiera consumirte. Quizá éste sea el negocio más redondo de todo Canadá. Por todos lados te dicen que tengas cuidado, que los osos están de matar y tal, pero la verdad es que ya el mismo sentido común te dice que los osos en Canadá, teniendo tantos millones de kms cuadrados, poquito se van a acercar donde saben que hay seres humanos. Y claro, el miedo siempre gana. Así que, resistiéndome a comprarlo como llevaba desde Alaska, me decido, aún a sabiendas de que si tuviera que utilizarlo, lo más probable es que ya estuviera muerto antes siquiera de apuntar con el spray al animalito. Al comprarlo (45 $!!!), el chaval me dice con una media sonrisa que yo interpreto irónica que si no lo utilizo puedo devolverlo, que ellos lo reciclan. Yo le pregunto que si el dinero también veulve a mí, pero me dice que no, así que le respondo que lo siento, que después me voy a Yellowstone y allí también hay osos a punta pala.
La cuestión es que en el lago Moraine, los trekings interesantes solo los puedes hacer en un grupo como mínimo de 4 personas (bajo multa por incumplimiento de 5.000 $), porque se supone que tantas personas ahuyentan a los osos, y casi también obligatorio portar el spray de pimienta a modo de arma. Así que me pongo en el camino que lleva a Sentinel Pass a esperar al primer grupo que llegue. Y llegan dos parejas de mayorcitos de San Francisco que me aceptan sin ocultar demasiado su desagrado, pero la educación se hace valer. Al primer minuto, una de las mujeres me dice que si viene otro grupo, mejor me vaya con ellos, que iré más rápido, que es por mí, claro. Aunque uno de los hombres, el que se salta la prohibición de su mujer de hablarme, me explica el mejor camino para cuando visite el cañón del Colorado, una zona que él conoce bien. Y el gran grupo llega, gracias a Dios. Viene Ian, 80 años, un escocés duro, escalador y maravilloso encantador de serpientes; una pareja de novios y amigos suyos, Diana y Philip, de Vancouver, él hijo de irlandés y taiwanesa; y una sosa pareja de parisinos en la que él tenía más miedo de perder a ella que de encontrar a los osos. Pero la caminata ha sido fabulosa y he hecho muy buenas migas con Philip, un amor de tío que quería invitarme a que viera de nuevo su ciudad.



Como cosa extravagante, comentar que al final tuve la suerte de asistir al acto de clausura de la Stampede de Calgary, el mayor rodeo de toda Norteamérica, que este año celebraba su centenario. Es largo de explicar, pero un buen hombre canadiense, Jerry, que viajaba junto a una alemana de Berlín, Jeannine, me invitó a verlo. Así, tal cual. He de decir que las entradas estaban agotadas desde hace meses y que no eran baratas. Esto del rodeo consta de varias competiciones, pero son más o menos, estas:
-se suelta un ternerico y en unos 8 segundos más o menos un cowboy le lanza una soga al cuello, lo tira al suelo y le ata tres patas y levanta los brazos en señal de triunfo y ya está.
-se suelta un ternerico y un cowboy se lanza desde el caballo para tirarlo al suelo retorciéndole la cabeza de una manera espectacular y levanta los brazos en señal de triunfo y ya está.
-y finalmente, los cowboys se montan sobre caballos a los que les aprietan los cojones con unas correas para que salten y esto si que es espectacular y peligroso. El jinete casi siempre acaba en el suelo y no levanta los brazos.
Y finalmente, para las mujeres cowboys, que las hay abundantes, les dejan correr por la plaza a ver quien da la vuelta más rápida sobre su caballo a un circuito.





Eso sí, todos van con sombrero y botas, tanto dentro del recinto
como en la ciudad. Es un evento que dura diez días y podría ser
comparable a San Ferrmín.

Bueno, creo que eso es todo. Ahora mismo vuelvo a estar en Calgary, intentando encontrar el transporte más razonable `para cruzar a Montana, USA. Esto de cruzar fronteras no es tan fácil como creía. Me voy a Yellowstone, que será desde donde escriba dentro de varios días. Así que un beso grandísimo para todos.

Para acabar, una frase que leí en el Whyte Museum de Banff, un
museo en perpetuo homenaje a todos los escaladores que han pasado a lo largo de la historia por estas montañas.

No hay absolutamente nada en la ciudad que nos de el mismo
sentimiento que las grandes y misteriosas cosas de la naturaleza, aunque solo sea la piedra y el hielo. Solamente entre ellas podemos sentir el total desamparo y la insignificancia de nuestras vidas.




sábado, 14 de julio de 2012

JASPER.

Hola de nuevo. Aquí estoy, en el parque nacional Jasper, en medio de las montañas Rocosas. Lo primero que he de decir es que la naturaleza aquí viene a visitarte, no es necesario que vayas tú a su encuentro. El día de mi llegada a Jasper, el autobús me dejó a las 6 de la mañana en unas calles vacías todavía, con la mañana empezando a levantarse. Frente a la estación de bus vi una pequeña iglesia. Al acercarme a ella, en los jardines de al lado, me encontré con esto...


... dos ciervos comiendo tranquilamente en medio de la calle. Así que ya podréis imaginar que en lo que respecta a los animales, en Jasper se dejan ver con bastante facilidad.
El pueblo está dentro del parque nacional, y sólamente en 10 km alrededor tienes unos 20 lagos paradisiacos tipo así....


... en los que te has de bañar obligatoriamente. Describir toda esta belleza es una tontería, no se puede, yo al menos. Pero lo que sí es cierto es que son paisajes que conmocionan y emocionan, te hacen sentir que has tenido la dicha de contemplarlos un momento y, cosa curiosa, te sientes agradecido.
Estas tierras, dada su envergadura, también permanecen intactas desde sus origenes. El hombre no ha metido la mano y se nota. En estos cuatro días me he metido un tute de bicicleta y de andar y lo he podido comprobar. Atraviesas parajes que parecen salidos de un cuento y en los que te avisan con carteles al comienzo de cada camino de que esto es zona de osos y de lobos, así que hay que ir al tanto. Y claro, la cuestión psicológica de saber que mientras que cruzas con tu bici un bosque hay animales de este pelo observándote, pues ayuda a sentir un plus de alegría.
También hice una cima...







 

Bueno, dentro de media hora me voy al parque nacional Banff, el primer parque nacional de Canadá. Cuando acabe allí y me vaya hacia Calgary, colgaré las fotos naturales.

Un beso gordo.

lunes, 9 de julio de 2012

VANCOUVER LA ALTERNATI-VILLA



Hola hola. Aquí estoy, en Vancouver. Como resumen podría decir que la ciudad ha salido buena. Muy buena. Parece mentira que en tan poco tiempo esto haya explotado de esta manera. Hay que tener en cuenta que el primer blanco que pisó estas tierras fue hace sólo 200 años. Y que Canadá, como país, tiene unos 150 años, así que aquí todos se saben conquistadores, aunque sientan que esto ha sido suyo desde siempre.
He tenido la suerte de conocer a Dina, una chica de Calgary que era amiga de Yolanda, una mossa d´esquadra de Barcelona y que estaban alojadas en el mismo hostel que yo.
Dina trabaja en Calgary como asistente social, básicamente atendiendo a los nativos que viven en las reservas. En estos centros, apartados de las ciudades, es raro el día en el que algún indio no se suicida. Son lugares que recuerdan a países del tercer mundo, en condiciones miserables, poblados por personas que se han quedado al margen de todo. Es cierto que el gobierno ha intentado, a través de grandes subvenciones a la vivienda o el cuidado médico gratuito, que estos descendientes de aquellas primeras naciones que ellos colonizaron no se quedásen descolgados completamente de esta riqueza que parece invadir este país. Pero lo único que ha invadido las vidas de estos indios es, como en Alaska, el alcohol. Quizá sea la misma historia repetida, pero estas personas no han aprendido en 60 años a cambiar una forma de vida que llevaban practicando desde hace miles de años.
Y los daños se aprecian claramente en Vancouver.




En mi vida había visto tal concentración de desheredados, de personas excluidas de esta sociedad. Aunque hay que decir que aquí, a diferencia de Alaska, la proporción de blancos iguala a la de nativos. Algunas guías avisan de que en concreto la calle Hastings hay que evitarla. Lo curioso es que es ahí y solo ahí, en la calle Hastings, donde se concentran, y no en otras. Puedes ver a decenas de ellos intercambiando miradas perdidas, sonidos que quieren ser palabras, sudores sospechosos, botellas vacías, colillas reutilizadas, todos juntos en una especie de movimiento aletargado y tambaleante que recuerda a una manada de muertos vivientes. Aquí les llaman los Walking Dead, los zombies. Y a 30 metros de esta marabunta, en la calle de atrás, las terrazas de los restaurantes están llenas de señoritas perfumadas comiendo mejillones y ostras sobre un lecho de hielo picado tan tranquilamente. Porque esa es otra cosa de esta educadísima sociedad. Ni siquiera estos desgraciados te van a decir una palabra malsonante, y mucho menos intentar robarte. Si en algún momento se dirigen a ti es educadamente. Dina me dice que puedes pasear tranquilamente, sin peligro. Lo curioso es que a muchos de ellos les han intentado dar pisos, pero ellos dicen que allí están solos, que en la calle tienen amigos. Así que el motivo de que toda esta masa turbulenta se reencuentre día tras día es la soledad.
Y después vive la ciudad guapa, que por contraste con la de los Walking Dead, aún la convierte en algo más desconcertante.




La ciudad está completamente rodeada de mar y ahora, en pleno verano, los perfectos niños y niñas rubias inundan las calles. Casi todos son guapos y saludables. El centro de Vancouver es una pequeña península que actúa como un inmenso escaparate. Este es el modo de vida americano, y esto, aunque no quieras, desata muchas preguntas. Dividida en varios barrios, pasear por sus calles ha sido una delicia y una sorpresa constante. Puedes pasar en dos calles del impresionante barrio financiero con sus rascacielos recubiertos de espejos al barrio del West End, con sus calles tranquilas y arboladas que descienden hacia la playa, y un poco más allá, la calle Robson o Davies, donde se cocina la mezcla en todos los sentidos, toda una pasarela en sí en la que a cada paso que das sientes que a esto te gustaría acostumbrarte. O Chinatown, la tercera colonia más grande del mundo tras New york y San Francisco. O el Stanley Park, en el que me di una vueltecita con una bici y ofrece unas vistas de la ciudad impresionantes.


 
Como cosas curiosas:
- Es muy raro ver a las parejas besándose o acariciándose en público. Esto me lo advirtió Dina y lo pude comprobar. Su novio no le quiere coger ni la mano cuando van por la calle.
- Si alguien se acerca a pedirte un cigarro ya trae en la mano el dólar que sabe que le vas a cobrar.
- He ido al cine. De anuncios publicitarios antes de la peli, media hora. Y en los periódicos, en la sección de crítica de cine, algo curioso. Primero ponen el título, después los actores, el director y, acto seguido, AVISO A LOS PADRES, por si la peli trae más carga de lo necesario.

Esta tarde me voy al Parque Nacional Jasper. Así que cambio de aires.
Un beso muy gordo para tí.

martes, 3 de julio de 2012

VIAJE AL ALUCINE.... (no confundir con Luceni)

He llegado a Prince Rupert. Bien. Pero no sé por dónde empezar
ni qué decir porque han sido cuatro días de viaje cruzando paisajes completamente alucinantes; intentaré no escribir demasiado esta palabra, alucinante.
El trenecito este, el White Pass and Yukon Road, es alucinante. El recorrido parte desde unos 1.100 metros de altitud para bajar hasta el nivel del mar, transitando a la inversa el empinado camino que hacian los buscadores de oro. La experiencia, más que el hecho en sí de viajar en un vagón que verídicamente tiene 110 años, es el apabullante paisaje que atraviesa. Yo me monté en Frasier, una estación solitaria en medio de la nada en la que el tren esperaba como si fuera una larga oruga detenida entre la espesa niebla. Hacía unos 5 o 6º C, fresquito. Después de atravesar unos parajes extraños,  helados, con niebla, el tren se precipita cuesta abajo camino del mar y enseguida comienza a aparecer el color verde para dejarte pasmado. La hora y media de camino la aguanté afuera del tren,
en esa especie de pequeña plataforma que conecta los vagones, abducido. Creo que ha sido sin duda el mejor viaje en tren que he hecho nunca.



Y después esperaba el barquito. Y este, también, ha sido un viaje cojonudo. Atravesar estos 1.000 km. de aguas negras y brillantes, girando y volviendo a girar entre los canales que las miles de islas llenas de árboles van formando es como bastante impactante. Aquí la naturaleza es de otra medida, de otro signo. Lo bueno es que son paisajes que te colapsan y no te dejan siquiera pensar, obligatoriamente estás presente contemplando a tu alrededor, preguntándote porqué este desfase no se produce en nuestro pequeño continente.





Y además, está la experiencia de pasar 3 días en un barco, con lo que eso significa. Ahora ya puedo decir, tras casi un mes de viaje, que los alemanes son los tipos que más se mueven por el mundo, y con diferencia.
En el barco he pasado muy buenos ratos con Cristhian, un barbudo pelirrojo de Hamburgo, trotamundos y admirador de todo. De hecho, compartimos una noche mágica en la popa del ferry, alucinados los dos con lo que estábamos viendo. Serían las 12 de la noche (que aquí tampoco se hace de noche completamente) y el barco comenzó a colarse entre unos estrechísimos canales mientras la luz casi desaparecía, difuminada por una esponjosa niebla. El agua se volvió casi negra, azul fuerte metálico, brillante en la oscuridad, y de tan cerca que pasábamos de los frondosos islotes, los árboles casi se podían tocar con la mano. Estuvimos como dos horas, los dos solos, alucinando, con la misma disposición de entrega que se siente cuando uno está rezando. Esa noche la recordaré toda la vida.

Cuando he llegado a Prince Rupert, que ya es Canadá, la policía de la aduana me ha informado de que España había ganado de nuevo la Eurocopa y le ha costado creer que no lo supiera tras haber pasado ya dos días. También he de decir que España en general, y el Barça en particular, han hecho mucho bien por el mundo. No hay persona a la que le digas que eres español de Barcelona y no lance un semigrito de admiración.  Ahora ya me voy a Vancouver, una ciudad a la que todo el mundo que me encuentro y que ha ido me dice que es la hostia, en general. Además, Guillem, el único amigo civilizado que tengo, ha contactado con un amigo suyo mexicano que conoció recorriendo Panamá y casualmente está viviendo en Vancouver, así que me ha invitado a alojarme en su casa. El plan es estar allí unos días y después cruzar a la isla de Vancouver, otro paraíso. Iré a Tofino, en el Pacific Rim National Park (Ver Internete), creo que a probar por primera vez en mi vida la cuestión esta del surf. Por lo visto, es el sitio.
Así que mañana cojo un tren a Prince George y después un bus a Vancouver. Desde allí volveré a veros. Un beso gordismo a todos.